
En los meses pico de la pandemia de la Covid-19 y en plena cuarentena estricta, el regreso de “los hijos pródigos” sorprendió a los vecinos de varios municipios del área rural de Chuquisaca. Muchas madres, padres, hijos y nietos -que migraron de sus comunidades a las ciudades de otros departamentos para trabajar- se dieron modos para volver a sus pueblos. Este retorno llevó alegría, pero también miedo por el riesgo de contagio del coronavirus.
En medio de sentimientos encontrados, en los más de ocho meses de la pandemia de la Covid-19, las autoridades locales y los pobladores aprendieron desde instalar un centro de aislamiento hasta elaborar un protocolo de contención para evitar la propagación de la enfermedad.
“Hay municipios que se destacaron sobre todo en el tema de contención y la vigilancia de casos. Una de esas poblaciones es Monteagudo, donde (las autoridades locales y médicos) realizaron un trabajo muy bueno, hicieron una muy buena vigilancia epidemiológica”, aseguró a Página Siete Jhonny Camacho, jefe de Epidemiología del Servicio Departamental de Salud (Sedes) de Chuquisaca.
De acuerdo con Camacho, Monteagudo, Culpina, Camargo y San Lucas, entre otros municipios, trabajaron de forma ardua en la detección temprana de infectados, en especial de casos importados. “Identificaron muchos positivos, en especial los repatriados y los que llegaban de Santa Cruz”, explicó. Según la autoridad, el municipio que trabajó más fuerte es Sucre, la capital del departamento. “Es además donde más se concentró el 90% (de los casos) y la lucha contra la pandemia”, dijo.
El retorno
De acuerdo con el alcalde del municipio chuquisaqueño de Incahuasi Filomeno Cruz -en los meses de mayo y junio-, por día, entre 10 y 30 pobladores volvieron al pueblo. Muchos regresaron de las capitales porque ya dejaron de trabajar, otros retornaron en busca de alimentos. “La gente llega llorando a mi municipio. Nosotros los recibimos con lágrimas porque la gente no tenía ni para comer”, lamentó.
Este retorno llevó alegría a las familias, pero en un principio también generó miedo en los pobladores por la falta de control de pacientes sospechosos o portadores de la Covid-19. Según Cruz, en una ocasión, dos personas ingresaron a la localidad con fiebre, pero allí no se contaba con insumos básicos, menos material para tomar las muestras de diagnóstico.
Para dar lucha a la pandemia, la acción comunitaria y vecinal también fue clave en varios municipios. Por ejemplo, ni bien la población de Culpina registró un primer paciente positivo, las autoridades locales y los representantes de los sectores decidieron encapsular todo el pueblo. Sólo dejaron ingresar ambulancias y vehículos que llevaban alimentos y fármacos.
No fue fácil, pero poco a poco la población se sumó a la lucha. Tal es el caso de Tarabuco, donde la incredulidad se apoderó de la gente en los primeros meses de la emergencia. Pero esta población venció esa dificultad y controló los casos.
Entre mayo y junio, representantes de municipios del área rural de Chuquisaca se quejaron por el olvido de las autoridades y demandaron al Gobierno presupuestos para garantizar ítems y equipamiento médico para luchar contra un enemigo invisible: el coronavirus. Ese mes, la Asociación de Gobiernos Autónomos Municipales de Chuquisaca (Agamdech) emitió un voto resolutivo en el que declaró “estado de emergencia” por falta de recursos en los centros de salud y determinó continuar con la cuarentena total para evitar el avance de la Covid-19.
En plena “tormenta” por la falta de recursos para luchar contra la pandemia, más de cinco alcaldes y varias autoridades de Chuquisaca optaron por donar sus salarios de un mes para las familias más golpeadas por el virus.
“Decidí donar mi sueldo para ayudar a los más necesitados en mi municipio”, aseguró Bladimir Flores, alcalde del municipio de Azurduy. De esa manera, el burgomaestre -quien además es el presidente de la Agamdech- pidió a sus colegas a seguir sus pasos de forma voluntaria.